Aurelio, de 77 años, tiene 60 cortando mangle para hacer carbón artesanal, "un trabajo demasiado duro" con el que crió a sus cuatro hijos. Así como él, muchos habitantes de la pequeña comunidad panameña de El Espavé "sobrevive del manglar", al que quieren salvar ambientalistas y el Gobierno.
Hombres curtidos por el sol comienzan la faena en la madrugada. Caminan por el lodo entre cangrejos y otras criaturas que habitan este bioma situado en el distrito de Chame, cortando con motosierras la madera que luego servirá para construir el horno rústico en la que se convertirá en carbón.
Es una técnica artesanal que se desarrolla en un área, en teoría protegida, con malas prácticas: no está acompañada de programas de reforestación y, además, se reporta una alta incidencia de problemas respiratorios asociados probablemente al humo de los hornos y de un vertedero ilegal a cielo abierto cercano, comentaron a Efe ambientalistas.
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UNA VIDA DEDICADA AL CARBÓN ARTESANAL
Aurelio Figueroa es un hombre delgado y encorvado que selecciona cuidadosamente cada trozo de mangle y lo apila hasta formar una especie de cono, que luego se cubre de paja y arena y resulta en el horno que arderá durante 5 o 6 días, hasta que la madera se vuelve carbón.
Es el más anciano del grupo y el de más experiencia, por eso ya no corta mangle, aunque relata a Efe con voz pausada y apagada cómo se hacía décadas atrás.
"Hace 40 años" se cortaba el mangle "con hacha, ahora es a pura sierra" eléctrica. El saco de carbón "se vendía acá (a distribuidores) a 25 centavos, por lo menos ahora se vende bien, a 3,5 dólares. Pero eso no vale el trabajo que uno hace. Es demasiado duro esto", expresó.
UNA COMUNIDAD QUE VIVE DEL CARBÓN
Jaime Guardia es otro veterano del manglar. Tiene 45 años y más de 20 dedicado a hacer carbón artesanal, una actividad que ha combinado con otras ocupaciones como la de chófer.
"El pueblo se dedica a esto. Aquí todos sobreviven, todos ganamos, poca cosa, pero algo sale", dijo Guardia a Efe, recalcando que de unos años para acá el negocio "va lento".
Para Juan Carlos Mendoza, 44 años y con 20 haciendo carbón, este es ahora el único sustento para él y su familia, y provee un dinero que alcanza solo para lo básico.
"Mi papá hacía esto y yo terminé haciéndolo. Yo trabajo en construcción pero ahora mismo la vaina se ha puesto fea y he tenido que correr para acá", dice este hombre, que detalla que "lo más que se puede hacer son dos hornos al mes, de los que se sacan entre 60 y 100 sacos por horno".
Luis Batista, de 27 años, trabaja en el manglar desde que tiene 15. Dejó la escuela para dedicarse junto a sus dos hermanos al carbón, que les deja unos 100 dólares semanales a cada uno.
Los Batista salen con la marea en un bote desde el puerto de El Espavé y navegan hasta llegar a un punto donde se adentran en el manglar, cortan árboles con motosierra, estiban la leña y esperan a que vuelva a subir la marea para regresar al lugar de partida con decenas de troncos que luego serán carbón.
"Hay intermediarios que vende el carbón en la ciudad, en el interior, ellos son los que se ganan la plata", se quejó Luis, y expresó temor de que las autoridades los saquen del lugar: "casi toda esta comunidad del Espavé se beneficia de esto. Casi todo el pueblo, que también vive de la pesca".
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EL GOBIERNO APUESTA A UNA EXPLOTACIÓN SOSTENIBLE
Un equipo técnico del Ministerio de Ambiente sostuvo en octubre pasado una reunión con la comunidad de El Espavé para ver "opciones" que permitan defender el manglar y también garantizar el sustento de los habitantes de zona, dijo a Efe el titular del despacho desde julio pasado, Milciades Concepción.
"Sabemos que mucha gente en Chame vive del carbón y de la noche a la mañana no podemos cortarle ese sustento", afirmó Concepción, que recordó que "hay una resolución del Municipio de Chame" en la que "se prohíbe la tala de cualquier tipo de manglar, pero no delimita el área" en la que se aplica.
Empero, sostuvo el ministro, "lo importante es hacer un desarrollo sostenible, que la comunidad aproveche los recursos naturales sosteniblemente, y en eso está enfocado el Ministerio de Ambiente en el caso del mangle en Chame".
La abogada del Centro de Incidencia Ambiental (CIAM) de Panamá, María Gabriella Dutari, dijo a Efe que en efecto "se puede hacer un uso del manglar, si es sostenible", aunque recalcó que el "área protegida" de Chame "está muy vulnerable".
"Lo de los carboneros sería posiblemente el impacto menor. Está el tema de la expansión urbana, que los manglares se talan para hacer rellenos y desarrollo inmobiliario, y también está el tema del vertedero ilegal que está contaminando las fuentes hídricas y la tierra y está muy cerca del área protegida", añadió la ambientalista.